El día de ayer, el más festivo del año según las estadísticas, no quiso dejar pasar la oportunidad de recordarnos que en agosto, debe hacer calor. Y es que ayer, creo que hizo toda la calor junta que en los últimos días no estábamos soportando. ¡¡¡ Menuda chopà pillamos !!!
Mi Reina y yo, para sofocar los grados, no tuvimos mejor idea que irnos a sumergir en el mayor microclima que tenemos cerca: Xátiva.
Y es que, año tras año, esta ciudad redunda en el éxito, y sigue creciendo (757 años despues de su primera entrega) como notable representación de costumbres ancentrales que no deberíamos perder. Y es que la palabra Feria, hoy por hoy es sinónimo de top manta, de juguetes chinos ó en el mejor de los casos, de tómbolas repetitivas.
Pero ayer, paseando nuevamente por la Alameda, seguí percibiendo esa sensación tan extraña que me hacen sentir los escasos reductos de costumbres dignas de admirar y conservar, que es la Feria de Xativa.
Y exceptuando el agobio que supuso caminar entre miles de personas, con el poniente como testigo, y el sudor como compañero de paseo, todo seguía igual; y es que desde los puestos de aperos tradicionales, útiles para la cocina más tradicional, maquinaria agrícola, ... podemos llegar hasta las más típicas paradas de comida, libros, ... y para los más "nostálgicos", también la versión de tres €uros de los éxitos de hoy.
Lo mejor que puedo decir, es que sin elemento líquido alguno, ayer me empapé de costumbre.
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